
Siempre he sido una pésima persona para las presentaciones. Si no me creen, pregúntenle a la mitad de los amistades. Es más, si pudiera saltarme todo el protocolo que eso conlleva y pasar directamente a las conversaciones interesantes, tanto mejor para mí.
Pero ya que estamos…
El término «groupie» no está por obra del azar, pero tampoco en el sentido literal de la palabra. Por desgracia -o fortuna- nunca he tenido oportunidad de intimar con algun famoso, pero si desarrollé la costumbre de querer conseguir algo más que solo disfrutar de los shows a los que voy. Mis aventuras han ido desde encontrar artistas en los backstages hasta tener al vocalista de Bush cantando a un metro de distancia de mí en lo más recóndito de la galería. Sean estos acontecimientos por fortuna o por mérito propio, comencé a autodenominarme a modo de broma como una «groupie moderna» con algunos de mis amigos por mi tendencia de ir a muchos conciertos, a veces viendo más de una vez a las mismas bandas y pasando por todas las peripecias que quizá algún día me anime a contar.
Como un buen porcentaje de adolescentes que gustan de la música rock, en algún momento de mi vida también me planteé la idea de dedicarme a la música (aunque nunca de forma muy seria eh). Por cosas de la vida, durante un tiempo pude llevar mi pequeña fantasía a la realidad, o al menos cumplí con los pasos básicos que hay que seguir: tuve una banda, unas cuantas presentaciones en vivo, entrevistas en la radio y hasta grabé un disco.
Todo suena muy bonito, pero si me jubilé antes de tiempo fue porque una parte importante de mí sabía que todo eso era falso. Casi todo lo que «conseguí» fue gracias a que en esa época mi papá se movía en el medio, y como buen padre solo buscaba hacerme feliz (y para qué estamos con cosas, en cierta medida también era de utilidad para él).
La verdad es que carezco de talento vocal, no soy más virtuosa que nadie con los instrumentos que sé tocar y no tengo suficiente creatividad como para componer mi propio material. Siempre fui muy consciente de todas mis falencias, pero qué puedo decir… Me gustaba creerme una Joan Jett en el escenario, y a veces me iba bien con eso.
Tampoco voy a negar que disfruté de mi efímera fama. Toda esa experiencia me sirvió para aprender mucho más sobre el medio y cómo funcionan las cosas detrás de un backstage. Conocí artistas demasiado humildes para el talento que tenían, así como a otros con el ego demasiado inflado para ser solo dobles locales de cantantes famosos; algunos con potencial para la verdadera fama, y otros con más ganas que destreza, así como también aprendí que la fama y oportunidades no siempre son sinónimo de esfuerzo y talento. Al fin y al cabo, los contactos hacen milagros.
Creo que esa misma experiencia ayudó a enriquecer mi forma de concebir la música con todo lo que hay por detrás.
Lo cierto es que ser una estrella se da mejor en mi imaginación, por lo que decidí guardar mis instrumentos para mí y dejar el camino del rockstar a quienes de verdad tienen madera de serlo, mientras yo me dedico a juzgarlos desde la comodidad de mi asiento…

En fin… Algo que nunca ha cambiado (y a estas alturas no creo que lo haga) es mi pasional amor por la música. Me encanta que sea un fenómeno tan abstracto y complejo que trascienda incluso la propia naturaleza humana, y me maravilla la idea de que su amplitud sea tal que difícilmente alguien sea capaz de entender todas sus aristas.
La premisa con la que nace este blog es justamente esa. Es la manera que encontré de poder concretar mi gusto por la escritura en un espacio donde compartir mi propio modo de entender la música. Huelga decir que no cuento con mayor expertiz que cualquier autodenominado melómano promedio, y la idea de todo esto no es más que plantear temas de conversación para sus reuniones sociales, o en el peor de los casos, espantar algunas amistades por sonar muy pretenciosos (sorry not sorry).
Lo último que me gustaría mencionar es que no creo en las opiniones estáticas, y desconfío de quien diga lo contrario.
Parte importante del proceso evolutivo humano es aprender, y eso obviamente puede conllevar a cambiar seguido nuestra percepción de las cosas. Es por eso que así como me reservo mi derecho de modificar alguna entrada si cambio de parecer sobre algún tema, también quiero que todos aquí se sientan libres de debatir y cambiar de ideas como les parezca, eso si, siempre con la buena onda.
La única que aquí tiene derecho a insultar, despotricar y descargar toda su ira soy yo. JA.
¡SALUD Y DISFRUTE SU PASO!
