El mérito de Britney

Disclaimer: Esta entrada se encuentra editada y actualizada desde los últimos acontecimientos que han ido ocurriendo con el caso de Britney. De todas formas, no afectan el fondo del contenido original. Buena lectura!

Hay algo que me molesta a la hora de hablar de Britney Spears, y es que casi siempre parece ser motivo de burla hablar tanto de ella como de su carrera. Mientras que internet se encuentra lleno de análisis pseudo profundos sobre el arte de otros artistas pop, las revisiones sobre la figura de Britney se pasean entre su aparente -pero discutida- superficialidad musical y el morbo por su oscura vida privada, cuyos puntos de inflexión se encuentran entre la crisis del 2007 y la actual disputa judicial contra la tutela de su padre.

Sé que parece cosa obvia. No se puede comparar la profundidad artística de «Baby One More Time...» con la de «Express Yourself» o «Thriller», pero tampoco creo que eso sea motivo suficiente para caricaturizar la imagen de quien, guste a quien guste, marcó parte importante del pop reinante en los 2000s y que, por lo demás, no necesita de más ridiculizaciones ni menosprecio.

El problema está en que seguimos cayendo en la misma falacia de darle validez a un artista solo si su arte es lo suficientemente culto para nuestros oídos exigentes, pero olvidamos que la música no siempre debe tener un contenido profundo para simplemente ser disfrutada. Por lo demás, muchas veces nos cegamos tanto ante la música que parece tener un contenido superfluo, que ignoramos el hecho de que muchas veces las canciones o sus mismos exponentes se ven rodeados por un contexto mucho más amplio que su solo significado lírico o sonoro.

Hace poco me topé con un post que daba la noticia de otro record alcanzado por Ariana Grande gracias a su enorme cantidad de ventas, lo que llevó a cierto medio a posicionarla como «la nueva princesa del pop«. Soy consciente de que estos «títulos» creados por la industria se reducen (para ella) al concepto de número de ventas. Pero como consumidora y clienta habitual de música pop, me rehúso a darle a todo esto una mirada tan simple.

Les pido que me concedan este descargo.

No creo que Ariana Grande sea la nueva princesa del pop, así como tampoco creo en el injustificado miedo irracional que tuvo Madonna de perder su título de reina cuando surgió el fenómeno de Lady Gaga. Aquí nadie viene a reemplazar a nadie.

Creo que quienes ostentan el trono de realeza del pop lo merecen por un mérito mayor que su comercialidad, y eso incluye a Britney, aunque por motivos un tanto diferentes a los de sus antecesores. Me explico. El mérito de Britney no solo está en la popularidad que la convirtió en ícono propio de su época, sino que también por conformar el mayor precedente en mostrar la cara más real del cruel mundo del espectáculo.

A diferencia de otros artistas, Britney no partió de abajo. Desde su infancia parecía ser un producto fabricado para el entretenimiento, y cumplió tal cometido con creces, hasta que su colapso del año 2007 hizo darnos cuenta del lado más feo de la fama. No es necesario volver a mencionar el famoso episodio de la rasurada de pelo y posterior ataque a los paparazzis con un paragua, lo que le valió una oleada de burlas de una sociedad que, hasta el día de hoy, no comprende que las enfermedades mentales son patologías tan válidas y humanas como lo es cualquier dolor o enfermedad corporal.


Aprovecho la oportunidad de decir que gracias a esta mega crisis, Britney nos regaló «Blackout«, álbum que marcó un antes y un después no solo en su carrera, sino que en buena parte de lo que fue el pop en su forma posterior.

Para más detalle, recomiendo la review de Blog MiSTeR MuSiC, The Best of Pop: ‘Blackout’ de Britney Spears para quienes se interesen en conocer un poco más sobre Britney y la influencia de la crisis del 2007 en su carrera.


Pero volviendo a lo que nos compete…

Britney es el primo reflejo de situaciones que se han repetido históricamente en la vida de famosos a causa del peso de la fama, pero que desde ella se han ido mirando de otra forma por el ojo publico. Y es que la vida de Brit parece una constante bomba de tiempo: relaciones amorosas con personajes de intereses cuestionables (si, Justin Timberlake, te hablo a ti), invasiones sorprendentes a su vida privada y sexual, soportar cantidades irreales de paparazzis, estigmatizaciones y sospechas de locura; todo lo que ha traído como consecuencia que su padre controle hasta los aspectos más básicos de su vida de manera completamente legal.

Me parece que estas múltiples cuasi amenazas de arrebatarle su título de princesa para entregarle la corona a otra, no es más que parte de un sistema sensacionalista que siempre busca hacer competir a las mujeres del pop y un intento de tapar con tierra toda la situación de mierda por la que Britney está pasando. Que si Ariana es la nueva princesa, que si Lady Gaga es la nueva reina, que si Katy Perry vendió más que Lady Gaga, que si Cardi B es mejor que Nicki Minaj… Basta ya.

Tampoco hay que desconocer que la apreciación más fácil y complaciente es verla como una suerte de animal de laboratorio descontrolado. Pero la sociedad del año 2007 no es la de hoy en día, y desde ese entonces, mientras se difumina cada vez más la figura del rockstar, paralelamente surgen voces que dan cuenta de la humanidad que muchas veces olvidamos de las estrellas, la falsedad con la que (des)informan los medios y la oscura insensibilidad que rodea la industria. Nadie imaginaría que un movimiento como #FreeBritney que comenzó siendo visto como una teoría conspirativa, terminaría significando una lucha real y transversal por liberar a una persona adulta de las garras de un sistema que no logra comprender la humanidad de las personas; movimiento que incluso ha llegado a despertar el interés del capitolio en EE.UU para hacer una revisión al sistema de tutelas del país.

Britney puede ser digna de su título por su comerciabilidad, pero también merece su corona por ser el constante recordatorio de la frivolidad de la industria, luchando contra el sistema que la tiene cautiva de su propio éxito, y aún así, seguir sobreviviendo como la princesa de nuestros corazones.

Bonus Track: Y para quienes sigan tildando de superficialidad la música de Britney, aquí dejo un compilado de material en el que pareciera haber contado su propia historia desde un principio.

Solo hace falta tener un poco de ojo, y dejar de lado los prejuicios.

Y si: #FREEBRITNEY.

Los detalles del video: la pelea contra ella misma, el repaso de videos de su carrera, entre otros.
Por cuestiones de copyright no puedo subir la versión subtitulada, pero Piece of Me fue el segundo sencillo del álbum Blackout, siendo un manifiesto contra la prensa amarillista, que ha resultado ser una de las principales villanas en la carrera de Britney.

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